Nuestro hijo tiene pesadillas, ¿qué hacer?
Las pesadillas en los niños pequeños son una de las mayores causas de preocupación para los padres. Este tipo de sueños provocan un grave malestar en ellos, donde no saben explicar fácilmente con lo que han soñado y arrastran el miedo a otras esferas de su vida. Tener pesadillas es normal cuando su aparición no ocurre de forma habitual, pero si son recurrentes en temática o se suceden en demasiadas ocasiones a lo largo de la semana pueden llegar a producir fobia al sueño, complicando mucho los momentos de irse a dormir y dificultando el descanso adecuado.
Estas pesadillas suelen hacer alusión a amenazas a su autoestima, seguridad o supervivencia. Un niño que sufra mucho por no ser capaz de rendir adecuadamente en la escuela puede tener pesadillas de fracaso escolar, lo que limitará su capacidad tanto en el colegio como en el hogar. Pueden darse tanto en las horas de dormir habituales como en pequeñas siestas, teniendo que estar atentos para poder apoyarle con lo que ha ocurrido. No suelen mostrar signos de activación, como sudores o taquicardia, por lo que deberemos estar atentos a sus expresiones de preocupación, tanto por gestos como verbalmente. Hablarlo con él, mostrarle que estamos a su lado, le ayudará a expresar lo que ha soñado y lo que ha sentido correspondientemente.
El mejor momento para hablarlo es nada más que se despierten. Si notamos que se sienten inquietos o preocupados debemos preguntarle si está teniendo pesadillas para confirmarlo. De ser así, procuraremos estar atentos a cuando se vaya a dormir para nada más despertarse con miedo preguntarle qué ha soñado. Es cuando los recuerdos están más vivos y hablarlo en ese momento reducirá mucho su miedo; no obstante, debe hacerse en un principio solo con las pesadillas de las temáticas mencionadas. Si sueña con monstruos por algo que ha visto en la televisión o ha oído no debemos preocuparnos mientras no sean recurrentes, teniendo solo que tener la precaución de evitar esos contenidos.
Suelen darse preferentemente entre los tres y los seis años de edad, desapareciendo espontáneamente con el tiempo si les prestamos atención. A su vez, es más habitual que sea en niñas y, sobre todo, que surjan como consecuencia de una etapa de estrés. Asistir por primera vez al colegio, discusiones habituales en casa o problemas con sus amigos pueden producir pesadillas que tengan que ver con su valoración sobre estos problemas.
Una forma de ayudarles es reescribir el contenido de lo ocurrido en la pesadilla. Aunque suele ser un tratamiento realizado por psicólogos a mayor escala, podemos hacerlo en nuestra casa ahondando en el contenido y ayudándole a centrarse en pensamientos positivos. Si lo hacemos de forma habitual él mismo aprenderá a hacerlo, ayudándole a prevenir y controlar sus pesadillas en el futuro.