Llevaba en la cabeza una lechera el cántaro al mercado. Con aquella presteza, aquel aire sencillo, aquel agrado, …. De esta forma empieza esta famosa fábula. Viene a decir que no hay que impacientarse y anhelar lo que tiene que venir. Y no hay que hacerlo porque no hay nada seguro. Ni siquiera lo es el presente.

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